El galgo es una raza canina autóctona de España, por lo que
también se le conoce como galgo español. Según la Real Academia de la Lengua
Española, la palabra deriva del latín Gallĭcus canis, perro de la Galia. Se
trata de una raza pura, es decir, que sus características se han logrado por
selección a través de los siglos y no por cruce de otras razas. Los galgos son
grandes perros corredores que pueden alcanzar 60km/h. Suele hablarse del
parecido entre el galgo y las representaciones caninas del arte egipcio; el
galgo probablemente tiene sus principales ancestros en los perros faraónicos
egipcios, igual que el podenco. Es probable además que el Vertades romano sea
otro de sus antepasados. Lo cierto es que las primeras referencias escritas del
galgo ibérico se hallan en el tratado romano del siglo II a. C. Cynegeticus de
Arriano de Nicodemia, quien fue cónsul de la Bética. El autor, desde su
experiencia personal en Hispania, describe la caza de la liebre con galgos de
manera prácticamente idéntica a como se hace en la actualidad en España,
añadiendo que era una costumbre propia de los hispanos sin distinción de clase
social. Además, diferencia entre galgos de pelo liso y pelo duro, variante esta
última muy infrecuente en la actualidad en España, aunque muy apreciada en
otros países europeos. No es fácil precisar qué sucedió con la raza en los
primeros siglos de la Edad Media pero el hecho es que sobrevive, haciéndose
evidente a partir de cierto momento su florecimiento. En los siglos IX y X
ocurre la colonización de grandes áreas de Castilla coincidiendo con la
Reconquista. Las grandes extensiones de terrenos baldíos y barbechos producen
un incremento de las piezas de caza, consolidándose la tradición a las carreras
de liebres con galgos, práctica común tanto en los reinos árabes como
cristianos.
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